Ya todo es posible
(Chumy Chúmez / España)
Les informamos que iba Caperucita Roja por el bosque cuando se le apareció el
lobo, que le preguntó lo que todos sabemos:
¿Adónde vas Caperucita?
Y ella le contestó, como también todos sabemos, que iba a llevarle la cena a la
abuelita que estaba enferma en la cama.
El lobo entonces le indicó a Caperucita un camino más corto para llegar a casa de
la abuelita, antes de que anocheciese, y él voló por un atajo para llegar a casa de la
abuelita antes que su amada nietecita, es decir Caperucita Roja, y etcétera, etcétera,
etcétera. ¡Qué les voy a contar a ustedes!
Y así, un día y otro día y otro día, hasta que un último día no apareció el lobo para
preguntarle a Caperucita adónde iba, lo que transtornó la mente infantil de la pobre niña.
Resumiendo, que había ocurrido lo siguiente: Caperucita era mucho más astuta de
lo que se imaginaba el pobre lobo y al oír sus consejos iba corriendo a casa de su abuelita
por un atajo más corto que el que le aconsejaba el ingenuo animalejo, y llegaba antes que
él. Una vez en casa de su abuelita, Caperucita Roja cogía un hacha enorme con la que
cortaba la cabeza al pobre lobo cuando decía lleno de su ingenua perfidia:
Abre, abuelita; que soy Caperucita.
Luego, asesinado vilmente el pobre lobo, Caperucita con ayuda de su abuela, que
no estaba enferma ni nada, lo despellejaba, lo descuartizaba, cogía las partes más blandas
y sabrosas del pobre bicho y las guisaban para la cena, después de arrojar el resto a un
pozo.
Y así, un día y otro día y otro día Caperucita y su miserable y degenerada abuela
se fueron comiendo todos los lobos del bosque hasta que no quedó ni uno. Lo que provocó
las sospechas del grupo ecologista local que denunció la desaparición de los lobos a la
Guardia Civil, que inmediatamente se puso en acción y tras derribar todas las puertas de
la comarca descubrió la trama criminal que les hemos narrado.
Y esto es cuanto teníamos que decirles a ustedes, queridos lectores.
P.E. Naturalmente, como ustedes habrán sospechado, Caperucita llevaba siempre
la cesta vacía, lo que aumenta, por su premeditación, la maldad de la condenada jovencita
que además era drogadicta y corruptora de mayores.
Último aviso: No dejen los cuentos infantiles al alcance de los niños.
Blanco y Negro – Semanario del ABC. Madrid, 24/11/91. p. 128.
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